jueves, 26 de febrero de 2009

CARTA


La silla ya rechina de vieja y aguanta a penas el peso de mi cuerpo, la tinta ya se acaba y el papel amarillento ansía que yo escriba. Mis manos me tiemblan al dibujar cada letra y mi llanto no cesa por la causa de tu ausencia, el frío ya es insoportable y no está tu abrazo que me abriga, la oscuridad ya es eterna y en mis ojos se intensifica al no encontrar tu figura, aquella que es deleite de los dioses y pecado de mortales.

Hoy te escribo vida mía, ya sin vida, disminuyendo mis suspiros, ausentando mis latidos. Te escribo cerca de la luna para tener un poquito de luz aunque sea, deseando tus labios rojos, que son manjar preferido de los míos, deseando tu piel que es seda de reyes y placer mío, tus suaves caricias que en tu ausencia me apuñalan, tus jazmines en tu pelo que sin ti ya no son nada.

Recuerdo aquellas tardes en que el sol rayaba, ese brillo de cobre que te resaltaba, tu risa y tu mirada que en conjunto me extasiaba, tu fragancia de amapolas que eran droga para mí, aquel césped y la sombra del viejo roble, fiel amigo de nuestro amor, que ahora ya no está, la distancia lo abolió.

Te busco en cada hoja, en cada libro, salgo y miro la pradera, estoy sólo con esta vieja cabaña, sólo porque ya se fue mi alma, te busco hasta en mi soledad y no te encuentro, trato de escribir lo que siento, lo que recuerdo, y mi esperanza ya se muere de viajar tanto por tus memorias.

Hoy te escribo mi última carta, es el epilogo de las tantas que yo te daba, cuando te acechaba inocentemente, te esperaba para hablarte, y es que hacía todo por tenerte, por verte, por sentirte, hacía todo, lo imposible para que al final te roben de mi lado, de mis brazos, de mi boca.

El escritorio ya está viejo, de tantas veces escribir, y guarda en su gaveta mi fiel fusil, buscaba un transporte para verte otra vez y llegar al lugar donde estas ahora mi vida, este plomo me ayudará a calmar mis penas, las penas de tu partida y mi viaje será infinito, al fin tendré vida, la que me quitaron algún día, al fin te encontraré, mi búsqueda cesará y te abrazaré de nuevo, en aquel viejo árbol, en aquel césped nos echaremos, tus jazmines podré oler y mi boca tocaras, es que te extraño tanto que ya no es dicha este terreno, buscaré la vida más allá para verte, tocarte, sentirte.

Adiós les digo a mis amigos y espero me comprendan, ellos harían lo mismo, Werther también, Becquer y muchos más, le digo adiós a mis vecinos, a mi pluma y a mi sofá, le digo adiós a mi desgracia para volverte a besar.

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