martes, 27 de enero de 2009

AMOR

El sudor ya era parte de aquel acto lleno de amor, y el protagonista era el sentimiento más hermoso de la historia de la humanidad, toda la habitación olía a amor, una fragancia que a pesar de combinarse con los olores de sus cuerpos era distinguida por cualquier ser humano, pues nadie se escapa a su poder.

Un espejo frente a ellos les mostraba cada detalle, cada movimiento, reflejaba acciones que sólo podía concebirse en el ámbito de la ternura, mientras que su lecho retumbaba en aquella habitación ubicada en un cuarto piso de aquel viejo hotel. Era un lugar sin ningún lujo, pero que era convertido en un edén con tan sólo estar juntos, el piso y las paredes eran fríos naturalmente pero se ensanchaban por acción del calor incandescente de sus pasiones, todo se volvía abstracto y flotaban en el aire, que ellos producían con sus alientos ya agotados, con poquísimas energías físicas pero que no podían con sus ganas de amar.

Todo comenzó como jugando, solo falto una propuesta para delatar las ganas de ambos personajes de esta historia de ilusión. Ambos habían alcanzado una confianza sorprendente, sólo se conocían personalmente seis meses, pero sabían de cada uno desde siempre, y así fueron destinados a encontrase, para formar una utopia que los envolvía cada vez más, todo fue tan relajado que reían en algunos momentos, bromeaban y a parte de ser un acto terrenal, ellos tenían la facultad de llevarlo a la parte espiritual.

Sus gritos eran la sinfonía hecha por la excitación y la satisfacción, y los gemidos eran murmullos que gritaban un te amo que retumbaba en el eco de aquel cuarto que no tenia más que una cama, una silla y un trozo de espejo que los resguardaba y velaba.

Hubieron momentos de locura, de ternura, de fuerza, de suavidad, de brutalidad, pero todo era armonioso y se fusionaba en una sola caricia que a ambos les gustaba, les fascinaba, es que amaban hacerlo de todas las maneras posibles, porque no le ponían limites a su amor, ya que compartían la idea de que los cuerpos son las cárceles de sus almas, y esas almas solo deseaban ser una misma.

Ella se atrevió a hacer cosas que no pensó hacerlas nunca, ni causada por la locura mas extrema del ser humano, nunca creyó hacer eso por amor, nunca creyó ser tan dócil, con una iniciativa propia que no podría ser bien visto para una virgen, pero el caso es que si lo era, solo que el amor soltó esos grilletes y esas cadenas hechas de prejuicio y miedo.

Es que se sentía tan feliz cuando el la convertía en mujer, cuando la hacia su mujer, ella de veras que lo amaba, y lo amo más en los peores dolores, en los más profundos gritos, lo amo más.

Extasiados y sin energía se miraron el uno al otro sonriendo y mirándose a los ojos, viendo la felicidad en las pupilas del otro, entonces el la beso con un amor eterno y mirándola de forma distinta le dijo: te amo.

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