martes, 27 de enero de 2009

AÑORANZA


El calor ya estaba llegando a ser insoportable cuando se acercaron y se despidieron como si se fueran a ver al rato, cuando los dos sabían que los días los separarían y los desgarrarían como un guepardo a su presa, extrañamente no se devoraron los labios como en ocasiones pasadas, no se respiraron al oído y se juntaban tanto que hasta los cuerpos llegarían a estorbar.

En esos días iban ya finiquitando sus semanas de estudios, tras arduos trabajos hechos y otros recién por idear, pues las excelentes calificaciones no les sobraban a ninguno, y era necesario darse su espacio mutuamente para luego estar bien en los días donde gobierna el astro rey.

El se alejo sin mirarla, ella tal vez lo deseó pero nunca le dio muestra, extrañamente porque los dos deseaban en su interior máximo nunca separarse y juraban si era posible estar todo el día juntos. Ella seguía caminando cuando sintió una mirada que la penetraba como la saeta de Guillermo Tell a una manzana, era cierto, pues los ojos del amante interpretaron de la mejor forma como desear a una mujer y como extrañar a tal punto que se desesperaba con tan solo pensar en la idea.

Ella pronto llegaría a su puerta, siempre tratando de demorarse de cualquier manera para verlo pasar y ver con dolor y nostalgia como se alejaba por entre el horizonte como todos los días, así fue ese día sin mas cosa extraña ni suceso interpretado fuera de lo común, antagónicamente como todos los días pues los dos sabían que ese martirio de la espera, del recelo y de la necesidad de verse el uno al otro seria insoportable, inconcebible y desesperante. Al final la abrió como en otras ocasiones, sobria sin nada más que hacer y esbozando una sonrisa y alzando el brazo despidió normalmente a su amante preferido, a su único amante, a su fiel protector, fiel seguidor, mejor amigo y sobre todo enamorado de ella.

Es que el ya no sabia que hacer para borrar ese mal recuerdo en ella, penosamente causado por el mismo, por esas ganas de matar al mundo, por esa indecisión de tiempos anteriores y que juró nunca volver a repetirlo, pero así era él todos los días, cada minuto, cada instante, tratando de encontrar una conexión de las cosas realizadas por más comunes que sean con la chica de sus sueños, con aquella dama que lo trae loco, que le hace sentir cosas que nunca sintió y es por eso que el esta seguro que no es un juego de niños, que no es una pantomima, sino algo real, puro y eterno.

Ella lo amaba demasiado, todos los días, todas las noches, sabia que se arriesgo por el y ahora entiende que nunca sentirá algo similar por otra persona más, sabe que amor con amor se paga y que al final el concepto de esta hermosa palabra es mas puro del que ella creía pues ahora lo comprobaba con su cuerpo, con su alma y con su esencia.

Solo eran dos días, pero al parecer no lo fueron, ni dos décadas, ni dos milenios, fueron dos eternidades plagadas de desesperación, de nostalgia, de deseo, de todos los sentimientos de amor a la distancia, de locura por sentir su presencia al lado suyo y de pasión extremista que era el único consuelo para el mal de los kilómetros.

Entonces se vieron luego de esas horas de locura, el quedo extasiado por ver aquellos ojos de nuevo, por sentir el aroma que lo hacia levitar de alegría, acercándose lentamente quedo pasmado sorprendido por recordar lo bella que es y que era solo para el. Ella rápidamente como gacela, que podría haber retado hasta al mismo Aquiles, el de los pies ligeros, corrió desesperadamente deseando ese néctar dulce que la hacia vivir, como dependiente de una dosis que sanaría el cáncer del recuerdo. Y como exploto Hiroshima explotaron sus labios con tanta fuerza de sus besos, explotaron en el amor incandescente que brotaba, hasta se podían escuchar sus latidos en sus bocas, se sentía su alegría en su respiración y el clímax de la añoranza satisfecha llego a su punto.








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