martes, 27 de enero de 2009

IMPOSIBLE

Cruzaba la puerta y me topé con la trayectoria de su mirada perdida, lo vi muy triste, como si se echara la culpa de todas las desdichas del mundo, de todas las muertes y guerras causadas por los hombres, no hacia falta un látigo para hacerlo sufrir, porque con su sola autoflagelación mental era ya suficiente, estaba hecho trizas, nunca lo había visto así, tan molesto consigo mismo, con un sentimiento de repugnancia por haber echo tanto daño.

Ahora recuerdo cuando comenzó todo, entre dos almas que tal vez nunca debieron conocerse, ahora recuerdo como un viernes ellos cruzaron sus destinos, tal vez para sufrir, él la conoció en una reunión social, pero ella ya lo había visto antes, tuvieron comunicación por correspondencia hasta que al fin se conocieron y los presentaron, los dos muy ansiosos por verse que ya nada importaba, que ya era todo riesgo para ambos, ¿pero que seria de este mundo sin correr riesgos?, de pronto sintieron aquella chispa que crea el fuego eterno, casi eterno del cariño, de un sentimiento que se disfrazó con ayuda del apresuramiento, ella necesitaba olvidar a alguien y él necesitaba vivir.

Hubo tantas escapadas para verse, tocarse y hacer una burbuja del pesado aire que los rodeaba, ella era una chica dulce, muy locuaz y divertida que no tardó en impresionar a aquel atolondrado chico del que hablo, ella era una niña que casi nunca se ven, que ya para él se estaba convirtiendo en algo más que una amiga, pero aun no era lo suficiente para entregarse todo.

El era un chico que vivía cada segundo con pasión, aquella vida que no creía que tal ves era prestada, pero la tomaba como arquitecto de aventuras, al mismo tiempo que analizaba cada momento de su vida, pero para cosas del corazón, no tomaba pautas y se zambullía a la alberca del peligro.

Ella poco a poco se enamoró verdaderamente de aquel chico que no se lo merecía, no merecía tener ese cariño, no merecía tanta atención, tanto amor, tantas trasnochadas por él, el no merecía tanto, no lo merecía, así fue ella, sin esperar nada a cambio y dándolo todo en cada instante, total, así es el amor, algo que tenía muy en claro, algo que él aun no conocía.

Pero hasta el más tonto de los hombres se da cuenta, o mejor dicho no soporta el dolor de saber que una chica tan hermosa lo da todo en cada beso, le trata de robar al aire su alma para llevar el amor que tiene en cada aliento, todos se dan cuenta que no es justo para alguien entregarse y morir en el intento.

Fue cuando decidió acabar con todo esto, algo que nunca hubo de comenzar, algo que él tuvo que pensarlo bien, eso nunca se lo perdonaría, y usando la clásica frase, esa tan antigua que si Adán quisiera usarla lo hubiera hecho, esa que tal vez, siempre estuvo allí, como contraseña para aquellos momentos que deben ser camuflados para no decirlo de frente, pero es algo inevitable, total, así debía ser. Tenemos que hablar.

Como pitonisa de su cruel destino se adelantó a aquel chico y le pregunto ¿por qué?, con razones ya conocidas el finalizo aquello tan bonito, pero vale la pena pasar algo muy bello para luego saber que eso te hará sufrir, tal ves si, porque la felicidad es de a momentos, no es eterna, el mundo da vueltas y esperemos que aquel chico y su arrepentimiento nunca sufran algo igual.

Entonces lo viví todo de nuevo en un instante, pero gracias al paseo por el tiempo, por el paseo de recuerdos no lo encontré, no hallé a aquel chico desdichado, radar de su propia desdicha, corrí a buscarlo, y lo vi acostado en el suelo, aquel tan duro como su juego, tan frió como su alma, e inerte como su estado actual, tal vez no soportó tanto dolor, que decidió irse para ya no ser verdugo de tantos corazones.








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