martes, 27 de enero de 2009

PERDÓN


Todo el mundo iba pasando frente a ellos cuando decidió arrodillarse a pesar de ese calor insoportable y el temblor en sus rodillas que sentían la presión de los ojos de todos apuntando en la parte central de las mismas. Convencido de que no tenía nada que perder y mucho que ganar, abstraído con solo pensar en la idea de la reconquista, y ya sin preocuparse en la vergüenza, posó sus piernas en aquel piso poco pulido y la miro fijamente.

La noche anterior luego de una conversación llena de esperanzas y recargada de sentimientos dados a conocer y sinceros sobre todo, se decidió a recuperar algo muy preciado para el pero que lamentablemente como la mayoría de veces entendido luego de perderlo, tomó una hoja de papel y dejándose llevar por las cosas que lo hacían pensar en ella, por la culpa que hasta estos días le duele de haberla dejado, echado, maltratado con sus actos impuros, escribió tan puramente que las palabras ya carecían de estado físico, que la tinta no era capaz de transformar esos sentimientos en palabras de aquel idioma que rodeaba su amor.

Ella le pidió una prueba de lo verdadero. Ella era una chica de buenos sentimientos, dócil, a veces rebelde pero en medianas magnitudes, pequeña, de ojos grandes, deliciosos, extraños, pero muy bien delineados por aquellos parpados que servían de almohadillas para las ventanas de su alma, tenia las manos pequeñas, no tan suaves causada por alguna alergia que sabia conducir muy bien, era de cabellos oscuros, largos, manejables, que dejaban el perfume de su alma en cada instante, un rostro fino, hermoso como el de Era, Calipso o la misma Afrodita. Así era la chica que lo puso en vereda, que lo sacó de toda esa vida turbia y de malos y equivocados pensamientos, así era aquella dama que lo trató mejor que nadie, mejor que la vida misma, tan comprensible y humilde que pareciera sacada de un cuento de hadas, aquella misma suave muchacha lo hizo reflexionar y lo conquisto a pesar de que el no se dio cuenta hasta que la tuvo muy distante.

Y es que esta oportunidad no se daba todos los días, casi nunca la sonrisa de Dios se da dos veces seguidas y el sabia que no debía desperdiciarla. Fue cuando mirándola a los ojos, esos que siempre habría de recordar, leyó suavemente pero con convicción y sobre todo con fe aquellas líneas que una noche antes les escribió. Al terminar lleno de nerviosismo y ansioso por ver los frutos de su agonía se topo con un silencio casi eterno colmado de incertidumbre que lo hizo temblar hasta el más alejado rincón de su ánima.

Ella no dijo nada en ese instante mas que un no sé, el empezose a poner aun mas nervioso y lleno de toda la sinceridad de la historia de la humanidad, de la historia de los santos y rebeldes, solo pudo atinar a mencionar lo tonto que era como que diciendo aquella verdad sanaría su herida, dijo muchas cosas, todas sinceras y callo en el preciso momento en que ella esbozo una sonrisa y le dijo-ponte de pie, el tambaleándose como el mas maltrecho edificio peor construido se puso de pie tomado en brazos por aquella virgen de carne y hueso que no paro de besarla por un buen rato, un rato que se hizo infinito entre ellos, un largo momento de plenitud y felicidad donde decidieron que sanarían las heridas. El entonces le pregunto si era un sí, ella le dijo tonto y esbozó una sonrisa.

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